Antes de leer

En una historia siempre hay un comienzo.
En una historia no siempre hay un comienzo.
No obstante, en esta sí lo hay.
No obstante, en esta no lo hay.
Podrías comenzar por el final
o por el principio

La elección es tuya

domingo, 2 de mayo de 2010

Primera lección

La levitación es un arte incandescente, Paul
Presta atención

El mago cerró los ojos
sintió el viento
acariciar sus mejillas
el sueño
él era el viento
coral infinito
destructor de vanidades

Volar, Paul
como lo haría la tormenta
no como la alondra vespertina o como el mirlo incauto
volar,
como los cumulonimbos o la aurora.

sábado, 1 de mayo de 2010

Recuerdos

El sol bañaba el rostro del mago
Recuerdos.

El mundo aún no estaba muerto
no del todo

Podía sentir su pulso
débil
En el interior de su alama.

La magia había sobrevivido
y ahora latía imperceptiblemente
en su corazón
en el corazón del mundo

No era como aquel huracán
no el torrente
no la montaña
no el volcán
no era como el océano

no como Antes

Un hilo de plata
un murmullo
era Ahora.

Pero al menos

no estaba extinto.

Despertar III

El bosque
sintió la brisa
era una brisa distinta.

Las hojas levitaron imperceptiblemente sobre el suelo
sobre el musgo
sobre las raíces
sobre las pesadas emanaciones de vida, el flujo eterno del bosque
el poder milenario de los árboles esmeralda.

Algo había cambiado.
El bosque lo sabía.
Reconoció su brisa.
Reconoció el efecto que causaba sobre las hojas.

La madreselva se detuvo.

El bosque comprendió.

Ella había regresado,
después de tanto tiempo,
tras la nieve
tras el florecimiento y la huida de tantos ciclos
tras la sucesión de tantas lunas.
Una vez más, el bosque sentía su cálida presencia.

Despertar II

La tierra estaba húmeda
la carne descompuesta sintió de nuevo la antigua vitalidad hace tanto tiempo perdida
la Noche era benevolente
murciélagos de espejo.

Los gritos de otras épocas volvieron a su mente
La tumba
el ataúd
la noche artificial

tanto tiempo entre las sombras

La sed secular
la sangre
Necesitaba ese rumor escarlata corriendo una vez más entre sus estériles arterias
Ardía en su interior
La sed secular
La sangre
Volvía a estar vivo
Si es que a eso podía llamársele vida
más bien una no muerte

Abrió los ojos
La sed secular.
Exigía ser calmada.